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Vinificación exclusivamente manual, despalillado, depósitos abiertos con pigeage y bazuqueo, además de fermentación maloláctica en barrica bordelesa nueva de roble francés y un envejecimiento de 18 meses. Con estos ingredientes ya sabemos que posiblemente estemos ante un buen vino, pero si además añadimos que la variedad es la Tinta de Toro y que el productor, aunque establecido en Toro tiene su origen en Laguardia, podemos concluir sin probarlo, que estamos ante un caldo excelso.

Fue un abril de hace casi siete años cuando en una pequeña vinoteca de la calle Balborraz lo catamos por primera vez; amor a primera vista, olor y paladar. Fruta muy madura, madera, tostados, con un paso largo y persistente en boca, destacando por su untuosidad y redondez.

Ideal compañero para una comida con amigos, se convierte en una excelente carta de presentación de los vinos de Toro para todos aquellos amantes del vino que desconocen la verdadera seña de identidad de la D.O.Toro. Tintos monovariatales de cepa autóctona y resistente a las oscilaciones térmicas. 

Se avecinan fechas de reuniones, celebraciones y regalos. No se nos ocurre mejor plan para impresionar a los nuestros que con un “Victorino, 100% Tinta de Toro de la Bodega Teso la Monja”. 

Disfruten y recuerden que “el buen vino, de sí propio es padrino”.

Igual que en las plataformas televisivas en la que este año son tendencia los reencuentros y remakes de series y películas del pasado, nosotros, La Santa Merienda, volvimos a reunirnos.

Volvieron los encuentros con los socios, y las excursiones para conocer todos los rincones de la provincia, a nuestro particular estilo, eso sí.

Para este “reencuentro” la Asociación eligió un enclave de reciente construcción, las bodegas Cuatro Mil Cepas, o lo que es lo mismo, los productores de entre otros el Vino Díscolo y el
Cinco de Copas.

Así fue, 16 socios y sus nuevas generaciones, (la pandemia ha hecho crecer la familia….) pusimos rumbo al corazón de la Guareña, y aterrizamos en el Pego, dónde de la mano de su
enólogo Esteban, pudimos descubrir y desgranar el trabajo que lleva haciendo estos años la bodega, y su “díscola” forma de hacer sus caldos.

Hubo tiempo para anécdotas, comentarios, historias, preguntas, y, sobre todo, para llenar el estómago. La Familia de Díscolo nos tenía preparada una sorpresa.

Con la buena temperatura que nos regaló el Pego pudimos disfrutar de sus 3 vinos de Denominación de Origen Toro, Díscolo Tinto, Díscolo Blanco y el tinto de Cinco de Copas, todo acompañado de una “merienda”, como la que nos gustan a nosotros, a base de queso y embutido zamorano, y unas tortillas de patatas que no dejaron indiferente a nadie.

Vino, risas, comida, encuentros… ¡La Santa Merienda esta de vuelta!


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